Voy a leer la oración de una persona que no se perdonó, y puede estar hablando mal con Dios...
Proverbios 30:8
«Aleja
de mí la falsedad y la mentira; no me des pobreza ni riquezas sino
sólo el pan de cada día. Porque teniendo mucho, podría desconocerte y
decir: "¿Y quién es el Señor?" Y teniendo poco, podría llegar a robar y
deshonrar así el nombre de mi Dios.»
Todos en algún momento lastimamos a
alguien, así como también alguien nos lastimó. El gran problema de esto
no es que hayamos lastimado sino que no nos podemos perdonar a
nosotras mismas. Y seguimos lastimándonos a nosotras mismas.
Leer el pasaje que leímos puede parecer para muchos algo espectacular, "mirá qué persona centrada, dijo no me des riqueza ni me des pobreza dame lo justito". Pero, ¿cuántas quieren lo justo? Te voy a explicar qué le pasó a este hombre y por qué tenía tanta culpa.
Estas son algunas frases de mujer que todavía no se pudo perdonar. A ver si te ves identificada con algunas:
"No puedo dejar de ayudar a otros, siempre estoy ayudando a alguien"
"Siempre estoy pidiendo disculpas"
"A veces me despierto con una angustia que me dura días y no sé por qué"
"Siempre me echo la culpa de todo"
"Me preocupa mucho lo que la gente piense de mí"
"No soy tan capaz como creen algunas personas"
"No soy como dicen, tan buena y capaz"
"Soy muy perfeccionista"
"Me cuesta aceptar y pedir ayuda"
"No sé decir que no"
"Siempre estoy pidiendo disculpas"
"A veces me despierto con una angustia que me dura días y no sé por qué"
"Siempre me echo la culpa de todo"
"Me preocupa mucho lo que la gente piense de mí"
"No soy tan capaz como creen algunas personas"
"No soy como dicen, tan buena y capaz"
"Soy muy perfeccionista"
"Me cuesta aceptar y pedir ayuda"
"No sé decir que no"
Estas frases nos muestran a alguien que
todavía se siente culpable, no se pudo perdonar de haber lastimado a
alguien, de haber cometido un error. Todos tenemos una gran resistencia
a perdonarnos. Pareciera ser algo fácil pero todas tenemos una gran
resistencia a perdonarnos a nosotras mismas y nos transformamos de
pronto en nuestros propios jueces; dictada la sentencia, nos condenamos con
nuestras propias palabras, nos aplicamos nuestro propio castigo. Esto
es lo que le pasa a una persona que no se puede perdonar: se pone en juez de su vida y empieza a pagar una deuda de por vida por el error que cometió.
¿Cuántas veces fuiste juez y fuiste preso?,
¿cuántas veces dictaste la sentencia de que tu vida tenía que ser
infeliz por el error que cometiste y no te lo perdonaste? Y ahora estás
pagando la pena, siendo prisionera de vos misma y de otros. No es que
otro vino y te dictó sentencia; vos misma frente a la culpa te dictaste
tu propia sentencia.
¿Y por qué no podemos perdonarnos? Porque nos creemos malas. Creemos que por cometer ese error somos mujeres malas. "Cómo me voy a perdonar si soy una mujer mala; cómo pude irme con otro hombre, cómo pude haberle gritado a mis hijos, cómo pude haberle dado amor a otra persona y no a mi hijo... ¿¡cómo pude!?". Te voy a enseñar algo muy importante: como creemos que somos malas no podemos tener compasión de nosotras mismas. Por eso viene el descuido, la enfermedad, la tristeza, quedarte en ruinas. Por eso cuando te proponen algo bueno decís: "mejor no...", o te boicoteás, porque vos decidiste que sos una mujer mala, porque en algún momento de la vida cometiste un error con alguien y no te podes dar misericordia a vos misma.
¿Y por qué no podemos perdonarnos? Porque nos creemos malas. Creemos que por cometer ese error somos mujeres malas. "Cómo me voy a perdonar si soy una mujer mala; cómo pude irme con otro hombre, cómo pude haberle gritado a mis hijos, cómo pude haberle dado amor a otra persona y no a mi hijo... ¿¡cómo pude!?". Te voy a enseñar algo muy importante: como creemos que somos malas no podemos tener compasión de nosotras mismas. Por eso viene el descuido, la enfermedad, la tristeza, quedarte en ruinas. Por eso cuando te proponen algo bueno decís: "mejor no...", o te boicoteás, porque vos decidiste que sos una mujer mala, porque en algún momento de la vida cometiste un error con alguien y no te podes dar misericordia a vos misma.
Se dice que cuando un preso sale de la
cárcel y queda en libertad, apenas sale vuelve a cometer otro acto
delictivo similar; es porque no se pudo perdonar nunca, por eso se
vuelve a condenar, vuelve a robar para volver al lugar que cree que se
merece...
El remordimiento es una fuerza que te termina dominando.
Si vos no lo dominás, el remordimiento te va a terminar dominando a vos.
Si vos no lo dominás, el remordimiento te va a terminar dominando a vos.
"Creo que soy mala", "en realidad no sé
porque lo hice". No podemos perdonarnos porque no somos sinceras con
nosotras mismas, no nos decimos la verdad. Cuando nosotras nos
mentimos, nunca vamos a poder perdonarnos, nunca vamos a poder hacernos
cargo de ese error. Por ejemplo, una mujer me decía "Alejandra yo
descubrí que le fui infiel a mi marido, no porque quería estar con otro
hombre sino porque quería vengarme de mi marido por todas las que me
había hecho". Una cosa es que digas "yo me fui con este hombre porque
me gustó, porque me sedujo, ¿y por qué no..?", esa es una mentira;
cuando ella descubre la verdad, es que va con este hombre para vengarse
por tantos años de infidelidad de su marido.
Cuando una mujer puede decirse la verdad
sobre por qué cometió ese error, empieza a ser libre y tiene la
capacidad para perdonarse. Pero nunca mientras te sigas mintiendo.
Decís "yo robé esa plata porque... bueno, no sé... se me dio, y
cualquiera se puede tentar, ¿no?". Mentira; robaste esa plata porque
querías aparentar que tenías dinero delante de alguien, querías
aparentar que estabas en otra posición económica delante de tu familia.
"En realidad le mentí mi hija porque ella no se merece esa plata que
me pidió" Le mentiste a tu hija porque no querés quedarte sola, y como
no querés quedarte sola le diste la plata para retenerla. Estas son
frases e historias que he escuchado de varias mujeres. Mujeres que se
mintieron; y cuando vos te mentís sobre por qué hiciste algo, nunca
llegás a la raíz del problema y no lo podés solucionar.
Cuando vos cometiste un error -y todos
cometemos errores- ese error tiene una verdad, y vos tenés que
descubrir cuál es esa verdad y dejar de mentirte. Cuando descubrís la
verdad podés liberarte. "Yo no lo hice; no es que me fui con otro tipo
porque me gusta acostarme con cualquiera; lo hice porque me quería
vengar de mi marido". Nada justifica ese acto, pero vos tenés que darte
la explicación cierta para sanar bien ese dolor que hay dentro tuyo.
A veces no me puedo perdonar porque quiero
que el otro me perdone primero. Esto es muy importante: hay mujeres
que no se pueden perdonar a sí mismas porque están esperando el perdón
de la otra persona a la que dañaron. Nunca el perdón a vos misma tiene
que depender de la actitud de la otra persona; porque vos decís "yo le
pedí perdón, sé que me equivoqué, que estuve mal y no tenía que haber
hecho eso; pero él no me perdona..." ¡Vos no podés obligar a nadie a te
perdone! No podés decirle "ya pasaron tres meses -esto lo hacen mucho
los hombres-; a ver, decidite... me voy de casa o me quedo, me
perdonaste o no me perdonaste". Nadie puede obligar a la otra persona a
que te perdone; por eso vos independientemente de la actitud de la
otra persona tenés que tener compasión y cariño con vos misma y
perdonarte. Por más que el otro no te haya perdonado. ¿Por qué el otro
no perdona? Porque tal vez todavía no sanó; porque tal vez está todavía
en proceso y está tratando de ver cómo puede llegar a perdonar porque
no le sale fácilmente. Tal vez no te perdona porque le conviene, porque
extrae algo de vos. Vos siempre tenés que pagar en cómodas cuotas el
dolor que le hiciste sufrir; por eso no te perdona. Hay varias
razones, pero no importa la razón del otro; lo importante es que yo me
tengo que perdonar independientemente de la actitud del otro.
¿Qué
hacemos para perdonarnos? "Pastora yo me mentí a mí misma; en realidad
dije que era por una cosa pero en el fondo era por otra"; "estoy
esperando que el otro me perdone, hace años que estoy esperando que
venga, se arrodille delante de mí y diga que olvidemos todo, que ya
pasó, que vamos a estar juntos de nuevo... o que vengan mis hijos y me
perdonen por el error que cometí, que no los pude cuidar bien, o que
los maltraté cuando eran chiquitos". Y eso no pasa...
Necesitás perdonarte. No sos mala.
Todas nacimos con la bendición original de Dios.
Todas nacimos con la bendición original de Dios.
1) Nos sos mala
Esa mujer que dice "yo cometí un error,
por eso soy mala y ahora tengo que pagar con la culpa, con la
enfermedad, con que no me vaya bien en la vida, tengo que pagar con que
a los otros les vaya bien y yo siempre quede a un costado sirviendo a
todo el mundo; porque un día me equivoqué ahora parece que soy la
sirvienta de todo el mundo, porque me equivoqué tengo la culpa... pero
está bien que me castiguen porque yo cometí un error muy grande y no lo
tenía que haber cometido". Todas esas cosas nos decimos las mujeres
constantemente.
Es importante comprender que no sos mala, que todas nacimos con la bendición original de Dios. Hablamos siempre del pecado original, pero
por qué no hablar de la bendición original de Dios. El hecho de que
hayas nacido es que Dios te trajo a este mundo bendecida porque quería
que estuvieras acá, y porque tiene un propósito para tu vida. No porque
sos mala y desechable; sos buena y estás en los brazos de Dios.
A veces hacemos cosas malas, pero básicamente somos buenas, nuestra esencia es buena pero a veces cometemos errores. Por eso nunca te tenés que decir "soy una mala mujer". Vos tenés que decir "cometí un error pero no soy mala"; ese es el primer punto para que puedas empezar a perdonarte: saber que no sos una mujer mala.
A veces hacemos cosas malas, pero básicamente somos buenas, nuestra esencia es buena pero a veces cometemos errores. Por eso nunca te tenés que decir "soy una mala mujer". Vos tenés que decir "cometí un error pero no soy mala"; ese es el primer punto para que puedas empezar a perdonarte: saber que no sos una mujer mala.
Cuando alguien cometió un error queda con el estigma
de ser malo, de que hizo doler, de que perjudicó, de que lastimó. Y los
otros quedan con el estigma de buenos: "yo sabía que la mala era ella,
no era él; el hombres se acostó con muchas mujeres pero la mala es
ella, que por venganza se acostó con uno; hmm... yo sabía". Las mujeres
tenemos muy pegado este concepto de ser las malas de la película, "mamá
es la que me reta, mamá le dijo a papá, mamá es la que no me da
plata", "mi esposa es la que me maltrata, yo llego a casa y estoy
deprimido y ella no me contiene, no me da amor, no me atiende". ¿¡No me
atiende!?, como si vos hubieras nacido para atenderlo...
La mujer queda con el estigma. Cuando te
vas, te vas con tanta culpa que si tenés que hacer algo que te gusta lo
hacés con culpa y te queda el estigma de que sos una mujer mala.
Quiero decirte que estás bendecida desde el principio; sos una mujer
buena, aunque a veces cometas errores; pero seguís siendo esencialmente
buena.
No tengas vergüenza de vos misma, querida
mujer; errores cometemos todos. Sos digna de ser amada. Tal vez ese
acto que hiciste no es digno; el acto no, pero vos sí sos digna de
amor; vos sí merecés ser amada, vos sí merecés misericordia, vos sí
merecés respeto. Cometiste un error pero no sos un error.
2) Nadie me tiene que definir por mis errores
No le des el poder a nadie para que te defina. A los seres humanos nos encanta definir a
los demás: "esta es una loca", "esta es una histérica", "esta es una
vaga", "esta no tiene dos dedos de frente, es hueca", "esta es una
pobre tipa", "esta es una sufrida". Nos encanta definir a los demás por
sus errores en vez de por sus bendiciones. No tenés que permitir que
nadie te defina por un error que hayas cometido; no le des lugar a que
la gente te defina. Tenés que aprender a definirte vos, y para eso tenés
que tener una base segura de quién sos vos. "Mi vieja es siempre la
depresiva", "mi mamá es la loca de la casa", "yo no puedo traer amigos a
casa porque mi mamá está rayada"... ¡no permitas que nadie te defina!
Aprendé a definirte por tu esencia: sos buena. "Esto es lo que soy: soy
buena", porque eso lo dijo Dios desde antes de que estuvieras en el
vientre de tu mamá. Te pueden decir: "¿pero vos te olvidaste de lo que
hiciste?", y vos: "no, no me acuerdo", "ojo porque ya te equivocaste
una vez, a ver si lo volvés a hacer", "no me acuerdo"; "mirá que vos no
sos bien vista en este lugar", vos respondés: "no entiendo lo que me
estás diciendo"; "pero si vos eras la que andaba con todos los hombres",
"no sé de lo que me estás hablando".
Tal vez pude cometer un error en mi vida, pero no soy un error.
Dios me abraza siempre; Dios me restaura y
me lleva a lograr mis sueños. Definite como Dios te define. Construí
una base firme en tu vida, como te define Dios. La Palabra de Dios te
dice "con amor eterno te he amado". Amor eterno no se termina
nunca, por más que hayas cometido los errores más graves; Él dijo eso y
yo construyo sobre la base firme de la Palabra que Dios me soltó, que
con amor eterno me ha amado y no me va a dejar sola. Él me promete en su
Palabra no te dejaré ni te desampararé; y cuando yo me siento
sola tengo que entender que lo que vale no es lo que los demás
definen, es lo que Dios ha definido sobre mi vida, y sobre la definición
de Dios yo construyo mi vida.
"Yo te escogí", dice el Señor; "mía eres tú".
Sacate el concepto de que Dios está
esperando castigarte por el error que cometiste y empezá a tenerte la
misericordia que Dios te tiene. Eso no quiere decir que no sos
responsable; yo hice algo, me equivoqué, lo reconozco, es verdad que lo
hice; por eso me tengo que sanar. Me hago responsable pero no culpable;
me hago responsable de este error que cometí para no volverlo a
cometer en el futuro. Pero eso ya está; ahora ese error no me determina
a mí como ser humano; ese error fue un momento de mi vida, algo que no
supe manejar, algo que no tuve sabiduría del cielo para manejar, algo
para los cual no pedí sabiduría, algo que me dejé llevar
impulsivamente. Pero eso es una parte de mi vida, no es toda mi vida. Yo me hago responsable, me hago cargo, pero voy por lo nuevo de Dios hacia mi vida.
Querida mujer, la Palabra de Dios tiene poder para sanarnos; sino no estaríamos en este lugar...
3) No tengo que caer en el vacío
¿Saben por qué Sansón cometió muchos
errores en su vida? Porque Sansón estaba cansado y tenía un vacío muy
grande. No fue porque Dalila era una seductora o porque era una mujer
muy linda y él no se pudo resistir. Él estaba cansado, tenía un gran
vacío de Dios, y lo peor que nos puede pasar, lo que nos lleva a cometer
errores en la vida es tener un vacío de Dios. Uno puede tener un vacío
de amistades, de compañera o compañero, de hijos, de dinero, de muchas
cosas. Pero Sansón fue con esta mujer porque estaba cansado y no podía
recostar su cabeza en Dios, porque de a poquito se había ido alejando
de Dios. Cometemos errores y de a poquito, sin damos cuenta nos vamos
alejando de Dios. Por eso: nunca caigas en el vacío de Dios. No es ese
amante, no es la droga, no es esa actitud de falta de amor hacia tus
hijos; todo eso refleja el vacío de Dios. Vos te acostaste en los brazos de Dalila: te
acostaste en ese otro hombre que te prometió algo; te acostaste en la
droga; te acostaste en el alcohol y destruiste tu propia vida. Pero la
raíz no son esas cosas; es tu vacío de Dios, el no poder contar con
Dios, el no saber que Dios está a tu favor, el creer que Dios está en
contra tuya; ese es el gran vacío de Dios. Y cuando tenés un gran vacío
de Dios siempre va a haber una Dalila esperándote, siempre va a
haber alguien de quien te quieras vengar, alguien que te dañó. Siempre
va a aparecer alguien que te dé el amor que supuestamente otros no te
dan, siempre va a aparecer alguien. Esa persona que apareció ahora
antes también estaba con otra cara, pero siempre va a aparecer. Porque
el problema de fondo no es esa persona, sino tu vacío de Dios.
Hay
mujeres y hombres que tienen un gran vacío de Dios desde hace mucho
tiempo, y de a poquito fueron quedándose vacíos de la misericordia, de
la bondad, de la alegría, de la bendición; de a poquito se fueron
desprendiendo de eso a causa de la culpa... "¿Qué es lo que Dios me va a
dar a mí? Dios impulsa a otras dar testimonio, a mí no. Dios a mí no
me escucha, no me arregla las situaciones, yo la tengo que pelear sola y
la tengo que luchar sola; Dios no está contento conmigo"... Eso es un
gran vacío de Dios; y apenas vos te vaciás de Dios siempre aparece una
Dalila para tenerte en sus brazos. Por eso: nunca te quedes vacío de
Dios.
Matá la culpa, porque sino la culpa de ese error que cometiste
te va a terminar matando a vos.
te va a terminar matando a vos.
Hay muchas personas que están enfermas por
culpa. El día que te perdones vas a ser totalmente libre de esa
enfermedad. Hay mujeres que no pueden prosperar, y no vas a prosperar
hasta que no te perdones a vos misma, porque vivís en la miseria y en
la pobreza, y nada avanza en tu vida por la culpa: "tengo que pagar en
la vida, tengo que pagar ese error que no me puedo perdonar", "¿cómo
hice algo así?, ¿cómo se me ocurrió hacer esto¿, ¿cómo me pudo pasar a
mí?, ¿qué locura pasó por mi cabeza en ese momento?". Y esa culpa parce
que la pagás todos los días de tu vida no siendo feliz, enfermándote,
frustrándote en la relación de pareja, estando con un hombre golpeador,
teniendo hijos a los cuales no podés ponerles límites porque no sos
autoridad, porque te sentís culpable de que no le diste el amor que
tenías que darle a tus hijos... Todo eso por culpa.
Hay un pasaje que me impactó: Salmo 139
"cuán preciosos me son, oh Dios tus pensamientos, cúan grande la suma
de ellos; si los enumero se multiplican más que la arena del mar;
despierta estoy y sigo estando en tu presencia". Los pensamientos
buenos que Dios tiene para nosotras se multiplican en nuestra vida; o
sea el resultado de esa bendición se multiplica. Si yo pienso en una
bendición dice que se va a multiplicar, la multiplicamos por tres. Si
yo pensé en una bendición para mí, Dios me la va a dar por tres. Si yo
pensé en tres, la multiplico por tres y voy a tener nueve; y si a las
nueve las multiplico por tres voy a tener veintisiete. Quiere decir que
si yo empiezo a multiplicar y a multiplicar y a multiplicar los
pensamientos buenos de Dios, no voy a recibir una cosa ¡voy a recibir
multiplicado lo que Dios me ha prometido! Tenés que empezar a pensar
los pensamientos de Dios, qué es lo que piensa Dios de esa situación
que viviste, qué es lo que piensa Dios de ese error que cometiste, qué
es lo que te dice Dios en este día. Empezá a pensar los pensamientos de
Dios y vas a recibir la más grande bendición de tu vida, porque pensás
igual que lo que Dios ahora mismo está pensando de vos.
Todo lo bueno que pienses se va a incrementar.
Pero como te acostumbraste a pensar
negativamente, te acostumbraste a pensar mal, a mirarte al espejo y
odiarte, a decir "a mí no me va a salir, esto no es para mí, esto se lo
va a llevar otra que tiene más capacidad; soy un desastre, soy una
fracasada", eso también se multiplica en maldición para tu vida, porque
esos no son los pensamientos de Dios. Dice la Palabra de Dios que tenés
que pensar en todo lo bueno, todo lo justo, todo lo honesto, todo lo
que es de buen nombre; si yo digo enfermedad no es pensamiento de Dios... ¿y por qué lo pensaste? Si yo digo maltrato, no
es pensamiento de Dios... ¿y por qué permitís que te maltraten? Porque
estás multiplicando la maldición en tu vida, porque te cuesta pensar
bien, te cuesta pensar en lo bueno, te cuesta pensar en lo honesto, te
cuesta pensar que vas a salir de este lugar y vas a recibir una buena
noticia. ¿Te cuesta pensar eso?, decís "me voy a ir de acá, voy a
volver a mi casa y va a ser todo un desastre". ¿Te cuesta pensar bien?
Empezá a pensar los pensamientos de Dios, y se van a multiplicar en
bendiciones grandes para tu vida.
Esta
palabra es para muchas mujeres que están enfermas de culpa. Hay muchas
que están estancadas en su vida por la culpa; muchas han fracasado por
la culpa, no porque Dios te quería ver fracasada, no porque Dios no te
lo quería dar; es por la culpa que todavía no pudiste sacarte del
corazón y estás esperando que alguien de afuera venga y te diga que ya
está. No es de afuera; es de adentro. Decís "pero mi hija se enfermó,
mi hijo se fue de casa, debe ser porque yo como madre soy un error"; no
sos un error, habrás cometido errores como cometemos todas las madres,
pero no sos un error. Yo quiero decirte que si vos no te perdonás no vas a poder orar a Dios y no vas a poder recibir bendición.
Había dos personas: una se llamaba Jabes;
él le dice al Señor "dame, extiéndeme, yo quiero que me des territorio,
que me ensanches". Si vos tenés culpa no vas a poder hacer nunca esta
oración porque no te vas a sentir digna de recibir. Vas a ver que la
otra recibe su casa y vos no, pero no es porque Dios ama más a la otra,
es porque vos no te sentiste digna de recibir. Dijiste "dame" pero no
lo creíste; decís "qué me va a dar Dios a mí...". Pero había otro
hombre que se llamaba Agur, y oraba "Dios no me des mucho, a ver si te
niego; no me des poco, a ver si salgo a robar; no me des..."
¿Cuántas quieren que Dios no les dé?, ¿y cuántas queremos que Dios nos
dé? Solo si te perdonás vas a recibir lo mucho de Dios. ¿Por qué este
hombre dijo "no me des mucho"? Porque si me das mucho yo no confío en
mí, y tal vez vuelva a cometer otro error, tal vez me vuelva a mandar
una macana, entonces mejor no me des mucho; ¿para qué me vas a dar una
pareja si la puedo destruir? ...¡por eso no tenés pareja! No porque no
haya hombres... ¡hombres hay, y hay buenos hombres! Pero vos decís "yo
no lo puedo recibir, ¿para qué?, ¿para volver a cometer un error?, ¿y
si me enamoro de él y me enamoro de otro también, y vuelvo a ser infiel
como antes? No; no me des". "¿Darme una casa?, ¿para qué?, ¿y si la
destruyo como destruí la otra que tenía? No; mejor no me des..." Con la
boca decís "dame", pero dentro tuyo no te perdonaste y decís "voy a
volver a cometer el error", y no confiás en vos.
Hay
mujeres que no confían en ellas mismas; en cambio Jabes dijo "dame"
porque podía confiar en él; dijo "yo tengo carácter formado, porque
todos los errores que cometí en mi vida me ayudaron a crecer, a
levantarme, a hacerme cargo y responsable, a sanarlos y a ir por más en
mi vida". Una mujer pide y recibe porque pide con fe; porque pide
diciendo "todo lo que he pasado me ha ayudado para no cometer más ese
error; así que Dios, dame; yo sé lo que voy a hacer con lo que vos me
des; he adquirido carácter". Señor, vos cubriste todos nuestros errores
en la cruz del calvario; sos el Hijo del gran Rey, el que nos amó, nos
perdonó, nos salvó, tiene misericordia y nos lleva hacia grandes
destinos.
¿Qué rol estás jugando en tu vida? ¿Estás
siendo jueza de tus propios errores y te estás castigando, dándote una
sentencia? "Esta enfermedad me la merezco, este desplante me lo
merezco, el haberme quedado sola me lo merezco, porque no supe cuidar a
la gente que me quería". Te estás juzgando o tal vez ya no te juzgás
porque ya te condenaste y vivís como una prisionera; ya no sos feliz, no
hacés nada para vos, todo para los demás porque creés que no te lo
merecés. "Estoy bien así, con poco estoy bien; mientras tenga para
comer, lo justito, más no le pido; ropa no... ¿para qué?, ya está, lo
justito". Porque vivís como una prisionera, estás esperando que alguien
venga a perdonarte en lugar de perdonarte a vos misma.
¿Cómo estás viviendo? Si te sacás hoy la
culpa y decís "basta; basta de ser una miserable en la vida; basta de
recordar ese pasado, basta de recordar ese error; no los voy a volver a
cometer porque he crecido, porque ahora soy una mujer de actitud, yo
sé lo que me ha enseñado el error, yo sé lo que he sufrido por el error
que cometí; Señor dame; no lo voy a echar a perder; yo confío en lo que
me enseñaste; dame, dame, extendé mi territorio, quiero más".
Te
lo merecés; merecés el éxito, la bendición, la misericordia, merecés
que te pasen cosas buenas, merecés el milagro de Dios, merecés la
sanidad de Dios, merecés el amor de la gente.
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