viernes, 28 de marzo de 2014

Por más que quiero, no puedo perdonar por Alejandra Stamateas

¿Cuántos alguna vez, por más que quisieron no pudieron o no pueden perdonar a alguien?
Cuando estaba preparando éste tema me acordé de dos situaciones que viví en estas semanas y quiero contarles como fueron esas situaciones.

La primera fue que Bernardo para mi cumpleaños me regaló que alguien me hiciera masajes y entonces voy a hacerme masajes, y cuando me hacían masajes, la masajista me pregunta ¿Usted es la que sale en el programa de televisión? Si, le contesto, y cuando te hacen masajes lo que querés, es dormirte, pero la masajista me dice: ¿yo le puedo contar un poco de lo que me pasa? Y bueno, si; entonces yo ya tengo que estar atenta a la historia, para saber lo que le voy a contestar. Me cuenta toda su vida, yo estoy casada con un hombre grande, tiene como treinta años más que yo, me casé con él para salvarlo, y a medida que me iba contando su historia y de cómo odiaba a su marido, te imaginas cómo eran los masajes, cada vez se ponía más fuerte, yo tenía la espalda que no daba más y ella seguía contando y toda la bronca me la metía en el cuerpo y yo decía: claro, claro, claro y ella decía: yo ahora tengo un hijo, pero ahora él no se quiere ir de la casa, y no sé que más hacer y cómo le digo y le tengo bronca y no puedo perdonar lo que él me hizo, y ahora yo quiero hacer mi vida; y se pone a llorar, entonces tuve que dejar los masajes, levantarme, escucharla y tratar de aconsejarla. Estuvimos diez minutos de masajes firmes y tres horas de aconsejamiento.

Después la otra escena; voy a la peluquería a peinarme, me siento en la peluquería y me empieza a peinar, y la peluquera me dice: ¿te puedo contar algo Alejandra? Sí, le respondí, me decía: estoy mal por lo que me hizo mi suegra, mi marido no quiere dejarme la herencia porque dice que soy cualquier cosa ¿a vos te parece Alejandra? Y se queda quince minutos hablando de su situación y yo con los pelos parados y entonces le digo: ¿me podés peinar? Sí, me contesta, así que estuve tres horas con ella contándome del odio que le tenía a la suegra y de por qué el marido no la defendía, mientras tanto yo, con los pelos parados.

Y lo que uní de estas dos anécdotas, era que, aparte de todo el dolor que había con éstas dos mujeres que lloraban frente a ésta situación, había un rencor muy grande hacia alguien. En el primer caso, un rencor muy grande hacia su pareja y hacia ella que no se podía perdonar a sí misma y en el segundo, porque había tomado cuando era muy joven una decisión equivocada, se había casado con un hombre muy grande y claro, ahora ella tenía cincuenta y él tenía ochenta y decía: no se quiere ir de la casa, y a mí me da pena pero a la vez me da bronca, porque él se debería ir, o sea, había odio, rencor, frustración, etc. Y en el caso de la otra mujer, también mucha bronca con respecto a una familia que no la aceptaba. Y entonces ahí me puse a investigar un poquito acerca de éste tema que quiero compartirles hoy sobre el perdón y pensé que, uno puede cargar con la falta de perdón y vivir con una angustia por muchísimos años.
Siempre la falta de perdón se convierte en amargura, y la vida amargada es una manera de responder al daño que el otro me hizo. Alguien me dañó y yo respondo a ese daño con amargura y tal vez pueda llevar esa amargura por mucho tiempo; ahora ¿Qué produce en mi vida la amargura? ¿Quieren saber? ¿Cuántas conocen personas amargas?

Quiero que vengan acá adelante diez mujeres, ahora, la pastora Marta, les va a repartir limón y radicheta, quiero que la cámara enfoque la cara de ellas cuando coman el limón y cuando coman la radicheta y quiero que vean la cara que hacen. ¿Cuál es la expresión primera que hicieron? Lo primero que uno hace cuando come limón o algo amargo es cerrar los ojos, la cara fruncida, el cuerpo contraído, etc...o sea, te cambia toda la perspectiva. Cuando una mujer vive en amargura porque le han dañado en algún momento y ha entrado en ese estado de amargura, en primer lugar, lo que le pasa a esa mujer, es que pierde la perspectiva de la situación, comimos y cerramos los ojos, o tal vez uno o el otro, o sea, no podés ver bien. Cuando estás en amargura, perdés la perspectiva de la situación, ves todo distorsionado en tu vida y a partir de ese momento, comenzás a tomar malas decisiones porque las decisiones no están basadas en la realidad, sino en la distorsión, tal vez a vos te hirieron, hace años que venís con ese dolor, con esa angustia, con esa amargura de ¿por qué me hicieron esto?, ¿por qué me pasó a mí?, ¿por qué tuve que pasar por estas situación? y eso hizo que vos perdieras la correcta perspectiva de la vida y a partir de ese momento empezaste a tomar malas decisiones.
Jonás, estaba en amargura porque el Señor le había mandado a hacer una tarea y él dijo no quiero hacer eso; él prefería que ciento veinte mil personas se murieran -literalmente- a que alguien pudiera pensar que él con su palabra profética se había equivocado, porque Jonás era un hombre que proféticamente siempre le iba bien, todo lo que él había dicho se cumplía, entonces ahora cuando él va a la ciudad y les dice: "Arrepiéntanse porque si no va a pasar esto y lo otro" y toda la gente se arrepiente, él ponía en honor su palabra profética; entonces, prefería no ponerse al descubierto él y decir: mejor que se mueran las ciento veinte mil personas, porque cuando estás en amargura ves todo mal y tomás las peores decisiones de tu vida y entonces tiene que venir Dios y preguntarle a Jonás: "¿Jonás estás tan contento de estar tan enojado?" "¿Jonás te hace feliz estar enojado?". Esa es la pregunta que quiero hacerte; ¿estás contenta de vivir con esa amargura? ¿Te hace feliz vivir en esa amargura? ¿Puede ser posible que haga, veinte, quince, cinco años que estés metida en una amargura que te ha llevado a tomar malas decisiones? ¿Estás feliz siendo una mujer amarga? ¿Estás feliz siendo una mujer que ya no se ríe más, que está atada todo el tiempo a la bronca, a la ira, al dolor, a lo negativo? Esa es la pregunta que le hizo Dios a Jonás.

Otra de las cosas que hace la amargura, es que infecta a todos los que están a tu alrededor; porque empezás a contarle la historia de tu amargura a todo el mundo y querés que todo el mundo te tenga compasión, eso no quiere decir que no te haya pasado algo grave, -yo entiendo y sé que lo que te pasó para vos es gravísimo- pero te estoy hablando para salir de eso, para beneficio tuyo, no del otro. Fíjense uno va infectando a los demás y cómo eso termina siendo algo negativo para nosotros; porque tal vez, a vos se te haya pasado el tiempo y querés perdonar a esa persona pero los que infectaste, no quieren. Y te dicen: ¡Cómo lo vas a perdonar, cómo vas a volver, y cómo le vas a decir tal cosa, y cómo vas a hablar por teléfono!, porque los infectaste con la misma amargura que vos tenías y ahora no quieren que vos arregles esa situación o perdones a esa persona y te siguen teniendo en el lugar de la falta de perdón porque los otros estuvieron infectados, ¿por qué? por la raíz de amargura. Vamos a leer un pasaje:

Mateo 18: 21 y 22

"Pedro se acercó a Jesús y le pregunto: -Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces? -No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces -le contestó Jesús-.
Tal vez, a vos nadie te hizo nada, pero estás metida también en la falta de perdón por lo que una persona le hizo a alguien que vos querés. ¿Cuántas alguna vez, se enojaron porque alguien le hizo una cosa mala a la otra, se enemistaron y no pudieron perdonar a ese que no te afectó a vos, sino que afectó a tu amiga, a tu familiar, a tu vecina, a tu hija? Y también tenés que perdonar porque si no vas a estar metida en la misma raíz de amargura, o sea, en la misma imposibilidad de ver la vida con otros ojos y eso te va a terminar afectando en tus propias decisiones. Tal vez a vos, nunca te hicieron nada o lo que te hicieron a vos lo perdonaste pero no podés perdonar lo que le hicieron a otra persona, hoy tenés que perdonar.
¿Cómo me deshago de la amargura? Y la palabra ésta es sencilla, Perdonar. ¡Ah, pero para mí no es fácil!, ahora te voy a explicar qué es lo que tenés que hacer cuando decidiste perdonar. ¿Cómo se perdona? Hay tres momentos de perdón:

1) Instantáneamente
: Cuando alguien a vos te ofende, te hizo algo malo, algo que no te gustó, entonces, ¿qué hace el perdón, si yo perdono instantáneamente? No abrazar la ofensa, la suelto. Yo me suelto de esto que me hizo, que me dijo. Yo dejo ir esa ofensa, no es que no me hizo nada, me hizo, pero yo decido, dejar ir la ofensa. Se hizo una investigación en la universidad de Harvard y dio como resultado que perdonar otorga al cuerpo y al alma, o sea, a las emociones, salud. Cuando una persona perdona, se le reduce el stress, le mejora la salud cardíaca, se le mejoran las relaciones interpersonales, tiene mayor capacidad para resolver los conflictos, se te reducen los dolores físicos de espalda, de las coyunturas y aún solamente con pensar en perdonar a alguien. Solamente con el hecho de pensar, tengo que perdonar, o tengo que perdonar, comienza a sanarse tu cuerpo, trae mayor alegría. Se trabajó con pacientes que estaban con tratamiento por distintas enfermedades y cuando los pacientes perdonaban durante el tratamiento, el avance de su sanidad era más rápido; ¿por qué? Por el sólo hecho de pensar en perdonar o la acción de perdonar. ¿Saben por qué? Porque el Perdón es un poder que yo tengo en mis manos, y que yo decido voluntariamente ofrecérselo como un regalo a alguien. Es un poder, no es un sentimiento, no es -yo siento perdonar, hoy no siento perdonar- es un acto de mí voluntad, yo quiero perdonar y le voy a otorgar ese poder, como regalo, a esa persona, o sea, perdonar es un privilegio, ¡yo tengo poder, yo tengo un regalo y yo tengo el privilegio de poder hacerlo con alguien! Ahora, vamos a ver lo que produce en nosotros el perdón, el primer paso, es el perdón instantáneo, es un acto de obediencia, porque si Dios te manda a que obedezcas algo, es porque Él sabe que te va a hacer bien. Yo perdono. 

Perdón continuo. Es el proceso del perdón, o sea, hay algo dentro mío que me hizo la otra persona que yo tengo que sanar. Ya decreté que lo perdono pero ahora tengo que sanar todo lo que me hizo, eso es cuando viene el recuerdo de lo que me hizo, cuando vuelvo a ver a esa persona, cuando vuelvo a recordar lo que perdí por culpa de esa persona, cuando vuelvo a recordar cómo hubiese sido mi vida, si esa persona no me hubiese humillado o lastimado de esa manera, si no me hubiese hecho eso; entonces ahí aparece el proceso del perdón. Dice que Pedro le dice a Jesús, y él se quería hacer el piola, le dice: Jesús, cuántas veces hay que perdonar, ¿siete?, Jesús lo mira y le dice -setenta veces siete-; como diciendo te quedaste corto Pedro, te imaginas todos los demás discípulos, -Pedro no abras más la boca- porque Pedro era siempre el que abría la boca y saltaba, era polvorita; y le dice Jesús: Pedro te quedaste corto, setenta veces siete, o sea, ¿qué es setenta veces siete? Es el perdón continuado.

Todos los días podemos ofendernos por algo, y todos los días tenemos el poder de perdonar a esa persona, nos haya hecho lo que nos haya hecho, podemos soltar elperdón continuado. Te viene el recuerdo, lo vuelvo a perdonar; lo veo y me da bronca, vuelvo a perdonar; me llama por teléfono y me dice algo que me vuelve a herir, lo vuelvo a perdonar, lo vuelvo a perdonar, lo vuelvo a perdonar, ¿hasta cuándo? hasta que el perdón se haga un hábito en mi vida. Tengo que seguir aplicando el perdón hasta que ya me salga naturalmente; no es que ya me pasa por encima y digo: bueno, no me importa, porque si no me importa no tengo que perdonar; me importa, me duele, me lastimó, pero yo vuelvo a usar el perdón, si tiene que ser setenta veces siete, lo voy a hacer, porque algo va a ocurrir en mi vida, porque el perdón es un acto de voluntad. ¿Cuántas tomaron alguna vez algún remedio? Y el médico te dijo, tiene que tomarlo cada cuatro horas y usted va a ver el resultado, cuando tomaste la primer pastilla, fue instantáneo, vos obedeciste, tomaste la primer pastilla ¿viste algún cambio? No, pero después el médico ¿qué te dijo? Cada cuatro, cada ocho, cada seis, cada veinticuatro horas; te dijo cómo tenía que ser ese proceso para que venga tu sanidad. Este es el perdón continuo, tomaste la pastilla, a las cuatro horas la volvés a tomar, a las otras cuatro, al otro día, y después de un tiempo, ves la sanidad en tu cuerpo. Con el perdón continuo pasa lo mismo; perdonás, no sentís nada, la bronca la seguís teniendo, pero volvés a perdonar, seguís teniendo bronca, seguís teniendo angustia, seguís actuando amargamente, pero volvés a perdonar y volvés a perdonar, hasta que se te hace un hábito. El día que tomaste la primera pastilla, no viste nada, pero hizo algo dentro de tu cuerpo, esa pastilla soltó algo dentro de tu cuerpo que te trae sanidad, así pasa con el poder del perdón, vos perdonas y algo tuyo se suelta dentro que comienza a sanar todo ese dolor; que no lo podrías sanar si no perdonaras, si vos no perdonaras, ese dolor, esa herida y esa lastimadura sigue estando ahí; pero cuando tomas, como si tomaras la pastilla del perdón, en ese momento algo comenzó a sanarse dentro tuyo, que no lo vas a ver inmediatamente, lo vas a ver cuando sigas y sigas perdonando y la dosis de perdón cada vez sea más grande hasta que estés totalmente sana.
Perdonar, como Punto Final. Hay un momento que has perdonado tanto, se te ha hecho un hábito, donde las emociones con respecto a ese hecho van a terminar, ya no vas a llorar más, no vas a tener más bronca, no vas a sentir nada; vas a recordar el hecho pero no vas a sentir las emociones que sentías hasta ese momento. Ese es el perdón en su punto final, cuando arrancaste la raíz de amargura de dentro tuyo, cuando ya no hay raíz. En la antigüedad, en la antigua Israel, cuando ellos plantaban, algún bicho venía e infectaba todas las plantas, no se podía arrancar solamente la planta porque estaba en toda la raíz, tenían que abrir la tierra y sacar de raíz, porque si no sacaban de raíz, no podían volver a plantar nuevamente, porque todo estaba infectado. Y vos tenés que sacarlo de raíz, y la manera es, con la pastillita del perdón que dentro de poco va a dar su resultado hasta que llegue al punto final, es cuando decís: caducaron mis emociones con respecto a este hecho, ya quedó en el olvido, ya quedó en el pasado, es cuando te empezás a hacer preguntas, no que tiene que ver con el otro, sino que tienen que ver con vos. A ver, ¿qué expectativas que yo tenía, esa persona no cumplió?

Leía de un hombre que se había enamorado mucho de una mujer, y de pronto la mujer lo abandonó, lo dejó, y él estaba herido y no quería perdonarla, y entonces llegó a este momento de Punto final y dijo: ¿por qué no probar con el perdón?, porque a veces probamos con tantas cosas, vamos acá, vamos allá, queremos que el otro se muera, etc. ¿por qué no probar con esto? ¿Qué es lo que Jesús decía, por qué no perdonan, setenta veces, qué les pasa? Y entonces se dio cuenta que él le estaba pidiendo a esa mujer, cosas que ella no le podía dar y él se había embroncado porque esa mujer no le podía dar cosas que él quería que le dieran, no era un problema de ella, era un problema de lo que él quería que le diera, y se empezó a dar cuenta que eran sus expectativas y que tenía que mirar para otro lado, porque esa mujer no le podía cumplir sus expectativas. Entonces es cuando te empezás a hacer preguntas que tienen que ver con tu propia vida, a ver, ¿Por qué me sigo contando ésta historia de rencor? ¿Qué es lo que me trae cada vez que la recuerdo? ¿Por qué me la tengo que seguir contando? ¿Por qué se la tengo que seguir contando a los demás? Es como que haces un clic ¿Por qué sigo envuelta en ésta amargura? ¿Por qué sigo pensando tanto en el otro, o en la otra? ¿Por qué vuelvo a traer a mi mente y a mi vida, esa persona que me dañó? ¿Qué es lo que me aporta, que la tengo que tener presente y que no puedo soltarla? Cuando te empezás a hacer éstas preguntas, empezás a sanarte y te las empezás a hacer porque en realidad esas preguntas, son una señal de que tenés ganas de vivir. Hasta ahora que estabas con la raíz de amargura, lo que menos tenías ganas era de vivir; lo que tenías ganas, era de arruinarle la vida al otro, al que te había dañado, de no ver la hora de verlo destruido, de verla pisoteada, que le vaya mal en la vida y entonces te encerraste en ese dolor y no viviste. Pero cuando llegás al punto final, es cuando te hacés esas preguntas que tienen más que ver con vos y lo que querés lograr, que con la otra persona. Cuando llegaste ahí, es porque te vinieron ganas de vivir.

Cuando yo puedo abrazar un nuevo proyecto en mi vida, entonces, he entrado en una nueva etapa donde la pastillita del perdón hizo su efecto, miro ahora mi vida por lo que estoy logrando, a dónde estoy yendo, qué hice con todo ese dolor que ya se está yendo de mi vida, estoy subiendo a un nuevo escalón y cuando lo hago, en ese momento, Dios va a venir y te va a presentar la cabeza de tu enemigo. Vos decís: estoy entrando en un nuevo proyecto, tengo algo por qué vivir, tengo ganas de vivir, ya me estoy olvidando de mis heridas....y ahí viene el Señor, que dice, acá está ¿Qué querés que haga con tu enemigo? ¿Qué querés que haga con el que te dañó, con el que te insultó, qué querés que haga? Y sabes qué es lo más lindo, que vos le decís, "Nada Señor, ya no me importa, no me interesa, no quiero saber nada más, estoy libre". Cuando te vuelven las ganas de vivir, ¡Estás libre!
Eso le pasó a David, Saúl había perseguido a David toda la vida, y David lo estaba buscando, y Saúl se va a dormir a una cueva y entonces llegan y lo encuentran dormido y uno de los generales le dice: ¿querés que lo matemos?, era el enemigo, porque Saúl lo quería matar a David, no lo quería perdonar, y David tenía la posibilidad de desprenderse de aquél que lo había dañado siempre, que lo había humillado, menospreciado, y buscaba su vida, y David, le contestó: "No lo mates, no me interesa, dale una señal de que estuve acá y le perdoné la vida, porque ese trofeo del perdón me lo llevo yo". ¡Cada vez que perdonás, te llevas el trofeo más grande!
¿Qué es más fácil, perdonar a un amigo que te hizo mal o perdonar a un enemigo que te dañó? ¿Qué es más fácil, perdonar amigos de los que no te esperabas que te hicieran algo así o perdonar enemigos? Jesús nos enseña que se pueden perdonar a los dos. Pedro ve cómo a Jesús lo llevaban a juicio y lo iban a crucificar y entonces Pedro se distancia de Jesús. Pedro seguía de lejos a Jesús, la traducción correcta es, estaba muy lejos de Jesús. Hay gente que está enojada con Jesús, lo estás siguiendo de lejos porque te ofendiste con el Señor, porque no hizo las cosas como vos querías que las hiciera, porque Jesús no cumplió con tu expectativa, no te dio lo que querías, no arregló lo que necesitabas, no te dio la prosperidad, no te dio la salud que estabas esperando, no te devolvió lo que pensabas que te iba a devolver y estás enojada, enojado, con el Señor y lo miras de lejos, muy de lejos. Y Pedro se preguntaba ¿Qué le pasa a éste hombre? ¿Por qué no abre la boca? ¿Por qué no se defiende? ¿Por qué no me deja defenderlo? Este hombre no es quien dijo que era, ¿no será una mentira?, ¿no será un engaño?, ¿no será una burla?, nos estuvo engañando todo este tiempo; tenía frustración, tenía odio y tenía bronca; y a veces vos sentís eso, que Jesús te engañó, que las promesas no son para vos, que es pura mentira, eso nunca me va a pasar, Jesús, no es verdad, no existe, ¿qué me puede arreglar a mí? Eso es lo que le pasaba a Pedro, lo seguía muy de lejos, pero lo seguía; y entonces, vino la desilusión, para Pedro, Jesús ya no era una bendición, era una maldición, por eso lo negó porque si hablaba de Él, estaba maldecido, ya no era seguir al Jesús que traía bendición y milagros, seguir a Jesús para él, representaba la muerte, corría peligro su vida que era una maldición, por eso lloró tan amargamente que lo que escuchó que Jesús le venía diciendo se estaba cumpliendo. La amargura del rechazo, la amargura de no saber hacia dónde ir, no saber si creerle o no, no saber qué hacer y a la vez era mi amigo del que no esperaba que me hiciera esto. Yo estaba esperando otra cosa, era mi esposa, era mi esposo, eran mis hijos, era mi amiga del alma, era mi hermano, mi hermana, que me traicionó, ¿cómo me pudo hacer esto? Pero Jesús ya tenía el plan de restauración, porque Él ya sabe cómo te va a restaurar, Jesús ya sabe cómo va a sanar esa herida que tenés en el corazón, y entonces dice que, resurgió el amor entre ellos dos; cuando Jesús resucita dice: "Me quiero juntar con ustedes, pero vayan y díganle a Pedro que lo quiero ver". Y fueron los discípulos y le dijeron: "Jesús, te quiere ver, Pedro. Jesús resucitado te quiere ver a vos. Y Jesús se hizo ver a Pedro, y sabe que cualquiera no puede ver a Jesús, ahí la palabra es que, Él se manifestó, Él se hizo ver.

Pedro lo pudo ver a Jesús, porque Jesús quiso que Pedro lo viera, porque no cualquiera puede ver a Jesús, no cualquiera puede recibir algo de Jesús, no cualquiera puede escuchar la voz del Señor, es Él que quiere hacerse ver. Y dice que lo vio y le dijo: ¡Tengo tanto para decirte, tengo tanta tarea para darte! y dice que entre ellos dos se restauró el amor. Cuando Pedro lo vio, no lo vio a Cristo humillado, Pedro vio a un Cristo exaltado y dijo: ¡Era verdad, era verdad!, ¿saben qué? Pedro perdonó a Jesús y Jesús pudo perdonar la traición de Pedro, porque se puede perdonar a los amigos, ¿Cómo? Volviéndolos a tu vida. Si tenés un amigo que te traicionó, volvé a traerlo a tu vida; si ves que todavía hay algo, que no era tan grave, si yo, ya en realidad me olvidé de eso, si esa persona te va a hacer bien, si la ves exaltada y decís: bueno, ya no es un miserable como antes, le cambió la cabeza, ahora conoce al Señor, ahora las cosas son diferentes, volvé a traerlo a tu vida. Pero también, Él enseñó a perdonar a los enemigos, y cuando estaba en la cruz dijo: "Padre perdónalos porque no saben lo que hacen", Él ya los había perdonado, a todos sus enemigos porque "Yo sé lo que voy a hacer, Yo sé lo que hice en la cruz, Yo sé lo que me va a venir, y Yo sé que ahora voy a estar en la gloria con mi Padre. Cuando vos sabés el futuro que Dios te da, cuando sabes por qué pasaste todo el proceso, decís: "Padre, perdona porque no supieron lo que hicieron conmigo, si hubiesen sabido no me hubiesen tocado, no me hubiesen herido, no me hubiesen lastimado, pero Papá no lo sabían, pero yo sí sé lo que estás haciendo en mi vida y hacia dónde voy, un futuro de gloria".

Jesús le tuvo que decir a Dios, Papá perdona. Cuando llegás al nivel de decirle a Dios, de esa persona que te dañó a vos, es porque tu perdón llegó al punto final. Porque ya está, ya no necesitás nada, no necesitás vengarte, ahora Dios, si querés perdónalo, pero eso, está en tus manos. ¿Saben cuando una persona llega a su punto final? cuando llegó a un nuevo nivel en su vida. Si todavía estás atado a la bronca, a la ira, es porque estás estancado en el mismo lugar, y Dios te dice: "Yo necesito que subas a un nuevo nivel, que tengas nuevas expectativas de vida, que tengas ganas de vivir, que tengas nuevos proyectos, que te ocupes de cosas diferentes porque tu mente, todo tu cuerpo y tu espíritu estuvo atado a ese dolor; ahora necesito que pases a un nuevo nivel y que tengas en claro lo que yo voy a hacer en tu vida porque, si tenés en claro que vas a ir a un nuevo nivel, si tenés en claro que estás haciendo algo grandioso, si tenés en claro que yo estoy con vos, -dice el Señor-, eso va a aparecer y cuando te ponga a tu enemigo adelante, vas a decir: Señor, yo no quiero ni vengarme, no quiero nada, si querés perdónalo, está en tus manos".

Tal vez tengas que perdonar: Primero: hazlo instantáneamente, por obediencia, de tu voluntad, decí: "Yo me voy a tomar ésta pastilla, no voy a ver nada al principio, pero por obediencia yo lo voy a hacer. Ahora, cuando perdonás no estás pensando en el otro, estás pensando en vos. Cuando el Señor dijo que perdones, no estaba pensando en el que te lastimó, estaba pensando en tu salud, pensaba en todo lo que tiene que hacer con vos, que no podés detenerte en el odio, en el resentimiento, no podés vivir atado a una persona, llevando una carga pesada por tantos años de tu vida, quiere que lo abraces a Él, que lo sueltes; ¿cuántas? Setenta veces siete, hasta que se te haga un hábito. Cualquier ofensa, porque todos nos ofendemos todos los días, lo que tenemos que hacer, es rápido, rápido, setenta veces siete, te perdono, te perdono, te perdono.....y si la otra persona no lo acepta, no te importe la otra persona; yo no te estoy hablando de la otra persona, yo estoy hablando de vos; y si la otra persona no se da ni por enterada, a vos no te preocupe la otra persona, porque de eso se encarga Dios. A Dios le preocupa tu vida, que te sueltes de eso negativo, feo que hay dentro tuyo para que puedas subir a un nuevo nivel, para que sea todo el proceso de sanidad, perdonar continuamente hasta el punto final donde subiste ese nuevo nivel.

No digas, No sé cómo hacerlo, porque te lo expliqué es: PERDÓN, PERDÓN Y PERDÓN, es un sándwich de perdón. Perdón instantáneo, perdón como proceso, cómo hábito y perdón final, perdón, perdón y perdón; no hay más secreto. ¡Probalo! Hiciste tantas cosas para sacarte a esa persona de encima y nada te sirvió y estás metida en la bronca, perdón, perdón y perdón, es solamente esa palabra y esa palabra es Poder de Dios sobre tu vida.

Quiero que cierres tus ojos, para los que no pudieron perdonar, hoy te vas a tomar la pastilla del perdón, no vas a sentir nada, te vas a ir de acá con la misma bronca, el mismo dolor, el mismo llanto, no vas a ver nada pero empezaste el proceso y ese proceso que empezaste es a favor tuyo y solamente tuyo; al otro no le estás otorgando nada, al otro lo vas a dejar en manos de Dios, pero el proceso empieza en tu vida; hay algo que le va a ocurrir -¡y pero si lo perdono, le va a ir bien!- no, a tus enemigos te los sacás de encima, a los que te hicieron daño, te los sacás de encima; a los amigos, si querés, -estás preparada- si querés los traes, depende del daño que te hayan hecho, pero hoy tenés que perdonar, pensa en esa persona que tenés que perdonar, tal vez esté muy atrás en tu pasado, tal vez esté en el presente, tal vez hoy te hizo algo, pero hoy tenés que tomar esa pastilla y si decís: ¡pero no me sale!, alguien dijo: "Cualquier cosa que vale la pena hacer, vale la pena hacer mal", o sea, la vas a hacer mal, pero vale la pena hacerla, porque después de hacerla, te va a salir bien, porque eso que estás haciendo vale la pena que lo hagas bien. Así que, empezá por hacerlo mal, pero empezá, no sé cómo, aunque tímidamente, aunque no lo entiendas bien, aunque las cosas no estén claras, aunque todas las emociones te digan que no, sé obediente y hoy perdona a esa persona y hoy yo te puedo asegurar que empezás el proceso de tu sanidad que te va a subir un nuevo nivel en tu vida. Hoy empieza ese proceso, poné a esa persona en tu mente que te dañó, tal vez que no te hizo ningún daño a vos pero que te daño a un familiar tuyo o a otro ser querido y vos también estás enganchado en ese dolor, pero tenés que perdonar, cuántas estrategias ya pensaste, lo voy a agarrar y lo voy a destruir, le voy a hacer un juicio, le voy a sacar todo, le voy a quemar la casa y lo único que te dice Dios es PERDONÁ, porque si perdonas, el que va a ser bendecido vas a ser vos y deja a esa persona, "Señor, perdónalos" porque no sabía, porque si supiera lo que vos pensaste para mí, nunca me hubiesen tocado, pero es un ignorante, y como son ignorantes no sabían a quién estaban tocando, yo soy la niña de tus ojos, y el que me toca, te toca a ti, Señor, pero ellos no lo sabían, pero yo ahora sí, lo sé y voy por más.

Perdonar es un acto de la voluntad, cada vez que perdonás, te pareces más a Jesús, tomá la pastilla, no vas a ver nada, adquirí el hábito, pone punto final a esa etapa de tu vida que fue dolorosa, que yo sé que te angustió, que yo sé que tenés razón porque a vos te dolió, a vos te lo hicieron, yo te entiendo, sé porque duele tanto cuando te hacen algo, duele tanto pero te libera tanto cuando perdonás, es más grande la liberación que el odio, por eso te digo una cosa, pensá en esa persona y perdónalo, esa palabra que expresás vos ahora dentro tuyo tiene un valor, esa palabra tiene un poder como ese remedio que va a empezar a actuar dentro de tu vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puedes dejarnos tu opinión si deseas aportar algo o si sientes que este mensaje te ha servido